8 meses, ¡Ya han pasado 8 meses desde que empecé una de las aventuras más hermosas de mi jovencita vida!
El día antes de mi partida, en el avión que me llevaba a Madrid, escribí esta frase en mi cuaderno: “Sé que mi vida cambiará después de este proyecto”, pero creedme, nunca pensé que cambiaría tanto (positivamente, os lo aseguro, jajaja).
Pero, ¿por dónde empezar? ¡Tengo tanto de lo que hablar!
Si tengo que hablar de lo que hice durante esos 8 meses, lo primero que necesariamente les diré es sobre el Centro de acogida de refugiados (CAR) donde pasé la mayor parte del tiempo. Si quería hacer este voluntariado, era sobre todo para ser útil y dar de mí, para aportar buen humor y ayudar a la gente que más lo necesita. Como puedes imaginar, el CAR cumplió con creces este objetivo. Sólo estuve 8 meses, pero tengo la impresión de haber ganado 10 años de experiencia humana. Conocí a familias increíbles y a compañeros estupendos. Siempre estaré agradecida por la experiencia que pude vivir, la confianza que depositaron en mí y los momentos mágicos que pasé con los residentes quedarán grabados para siempre en mi corazón.
Pero también forjé fuertes lazos con las mujeres de la Casa de la Mujer de Alcobendas, donde impartí un curso de francés sobre feminismo. Era la primera vez que me encontraba cara a cara con este público y fueron increíbles conmigo. Esa es también la magia del voluntariado, hacer cosas que no has hecho nunca. Tienes dudas, tienes miedo, te preguntas constantemente si harás las cosas lo suficientemente bien o no, pero al final consigues hacerlo, ¡y lo que es aún mejor es que te encanta lo que haces! Y si he podido hacerlo es porque he contado con un grupo de mujeres extraordinarias, que muy pronto se convirtieron en madres o abuelas para mí, y nunca podré agradecerles lo suficiente la amabilidad que me han demostrado. Por supuesto, estoy muy orgullosa de ellas, de su nivel de francés, pero también de que, aunque los cursos hayan terminado, sigan viéndose y practicando el francés juntas. Eso me hace estar aún más agradecida.
También dirigí un taller de inglés llamado ” Corner Café” con mi gran compañero Alexis, voluntario belga. Os mentiría si os dijera que lo mejor no fue cuando nos reunimos todos al final de la actividad para tomar algo juntos jaja. Pero hablando en serio, a través de este Corner Café, ¡conseguimos un grupo de amigos! Gracias a todos vosotros, nuestros magníficos alumnos, por haberos portado tan bien con nosotros, por estar siempre dispuestos a seguirnos la corriente en nuestras actividades, a veces bastante alocadas, y por estar tan presentes a pesar de vuestras apretadas agendas. Echaré de menos las tardes de los jueves, no puedo negarlo.
El viernes por la mañana fue el día en que todos nos reunimos con los voluntarios para una actividad conjunta: clases de inglés en el colegio 6 de Diciembre. No tengo palabras para decir que nos sentimos muy bien acogidos desde el primer momento, los profesores eran estupendos y confiaban plenamente en nosotros. Fue un verdadero placer trabajar en equipo, compartir con los niños las diferentes culturas de nuestros países, transformarnos en astronautas y enseñarles a bailar el sirtaki. Las sonrisas de los niños serán sin duda nuestro mejor regalo.
Como habrás podido comprobar al leer el artículo (enhorabuena por haber llegado hasta aquí jaja), aquí nunca hay un momento aburrido, y esa fue una de las primeras cosas que nos dijo Kevin, nuestro tutor, durante nuestra entrevista: “Aquí nunca os aburriréis”; no mentía. Pero eso es lo que a mí también me encantaba, cambiar de lugar de trabajo más o menos todos los días, conocer a gente completamente diferente, adaptarme a la situación de cada uno y estar constantemente a tope.
Y así para el último mes del proyecto, en julio continuamos en la misma línea y llevamos a cabo nuestra última tarea: dirigir los campamentos de verano en inglés con jóvenes de 12 a 17 años. Es otra experiencia diferente, con niños de diferentes edades con los que pudimos trabajar, una organización diferente también, pero siempre un placer transmitir valores y buen humor a los niños.
Así que para terminar (porque sí Alizée, en algún momento hay que pensar en terminar), esta experiencia dejará una huella imborrable en mi vida; fue el punto de partida de muchas realizaciones personales. Aprendí a saber quién soy realmente, a superarme, a creer en mí y en mis capacidades, pero también a saber quién quería ser en el futuro y qué quería conseguir. Por supuesto, nunca habría podido crecer y aprender tanto sobre mí misma y sobre los demás sin el magnífico equipo con el que he compartido estos 9 meses. Muchísimas gracias a mi Martita, mi compañera de cada día, a Deti, Alexis, Maite, Javi, Aaron y Marcos. Pero sobre todo, muchísimas gracias a nuestro magnífico tutor Kevin, que siempre nos escuchó, siempre nos empujó hacia adelante y nos dio todas las claves que necesitábamos para aprovechar al máximo esta magnífica aventura.
No lo dudes más y lánzate, en el peor de los casos lo habrás probado y en el mejor ¡tu vida habrá cambiado!
Gracias por leerme,
Alizée o Alice como realmente la gente me llama aquí jajaja